FE Blazing sword: El amor de un heroe. parte 1

Edición, fanfics, o ilustraciones y creaciones hechas por ti.
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momo
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Mensaje por momo »

Primero que nada gracias y he de admitir que estpy nervioso.... que disfruten:





Era la ceremonia de nombramiento. Todos celebraban a Eliwood por convertirse en el nuevo Marqués de Pherae, aunque eso no era lo único que merecía jubilo. Eliwood y Ninian decidieron casarse. Sabían que no siempre iban a estar juntos, pero eso no les iba impedir disfrutar el tiempo que tenían.
En el gran salón, todos estaban vestidos de gala. La madre de Eliwood acompañaba a Ninian al altar con un vestido digno de una Reyna. Hector llevaba los anillos. Lucius tuvo el honor de dar la ceremonia. Por último Lyn estaba del lado derecho acompañando a Isadora; la madre Eliwood pasó a estar de lado de ellas dos , quien no podría estar más feliz en ese lugar. Lyn usaba un vestido soberbio mostrando el gran apego de su pueblo.
Todos los que acompañaron a los tres grandes lores desde el comienzo de viaje estaban presentes. Aplaudian por tan bello acontecimiento, mientras los recién casados estaban apenados.
—¡Hey!—gritaba Héctor con vacilo— ¡Seguimos esperando a que beses a la novia!.

Muchos secundaban a Héctor, clamaban a los recien casados que lo hicieran.
—¡Vamos milord!
—¡No nos hagas quedar mal enfrente de tu madre!
—¡Beso!—gritaba a todo pulmón lord Pent con tono socarron.

Se miraron mutuamente con el rostro enrojecido. Después de vencer a Nergal y a los dragones de fuego en la puerta del dragón, no habían pensado en hacerlo. Eliwood expresó su sentír y se declaró. Sus corazones se aceleraron, ninguno sabía que hacer y su "público" esperaba.
Ninian tomó la iniciativa, tomó la mano de su amado y se acercó sus labios lentamente a los de él. Cerraron los ojos por un momento y finalmente, sucedió. Parecía que el tiempo se había detenido. Por un momento no había nadie, sólo Eliwood y Ninian; eran acompañados por la eternidad de tiempo. Sus corazones se calmaron, no había preocupación, no había nada que los separara. Sólo ellos y nada más que ellos.

Despacio abrieron los ojos, se miraron uno al otro. Ninian tenía una mirada triste, llena de preocupación y no pudo evitar decir entre dientes.

—Tengo miedo.

Eliwood pudo oír entre todo el ruido, el la tomó suavemente del rostro y le respondió.— No importa cuanto dure, no importa si un día tenga que padecer tu ausencia. Mi amor siempre será eterno, incluso en el final de mis días ese sentimiento jamás se irá.

Ninian no pudo evitar el llanto, su amado limpiaba sus lágrimas. Trató por un momento calmarse. Héctor al notar el drama levantó su hacha y gritó.

—¡Viva el marqués de Pherae!
—¡Viva el Marqués de Pherae!— repitieron todos al unisono.

En la cena todos gozaban y charlaban sobre ellos, cada historia fue escuchado y más de uno tenía algo que contar. Todos disfrutaban de un banquete lleno de los más exquisitos platillos. Las risas no faltaban en el lugar, no podían evitarlo, Lowen no dejaba de ser objeto de burla por ser el más joven y torpe del todo el viaje, pero como todos, siempre tenían algo bueno de que hablar de todos.

— El banquete es exquisito— agregó Merlinus— pero nadie me puede negar que Lowen es el que mejor cocina del todo el grupo.

— Si sus costillares de cerdo con porona y alcaparras eran deliciosos—Afirmó Sain.

— Y por eso tenías que hacer doble entrenamiento, porque no podías dejar de comer— sentenció Kent antes de dar un bocado al cordero que estaba comiendo.

Todos rieron en ese instante, sobretodo Lowen quien sintió un alivio enorme por las bromas pesadas que recibió. Incluso Raven, siendo el más serio de todos, se permitió reír un poco.

La charla duró bastante al grado de recibir una segunda tanda. Los tres héroes estaban satisfechos, mientras que los demás parecían no perder el apetito, incluso Marcus siendo tan reservado comía con mucho entusiasmo; en breve Lyn se levantó de su asiento tomó la copa de vino y con un tenedor tintineo el borde.

—Quiero brindar y dar mis mejores deseos al Marqués y a la Marquesa de Pherae, que tengan un brillante futuro y que tengan el mejor de los presentes— prosiguió— que la esperanza los guíe como la aurora nos guía en Sacae.

—Salud— secundó Kent— por aquellos que hicieron de nuestra victoria posible y que la paz plevalesca en tiempos venideros.

Con una gran sonrisa Eliwood se levantó para dar el último Brindis

— Quiero darles las gracias. Sin su ayuda no lo hubiera logrado—dijo con nostalgia.— Madre, desearía que padre estuviera con nosotros para ver qué ahora he tomado su lugar y, si me esfuerzo puedo llegar a ser como el; por ustedes, por Lycia y por nuestras familias.

—¡Salud!
Finalmente terminaron, era demasiado tarde y todos estaban cansados. Se les ofreció una habitación a cada uno para poder descansar. Héctor rechazó la amabilidad, su hermano estaba enfermo y tenía que estar a su lado.

—Volveré mañana, no se preocupen.
— Es bueno que hayas venido amigo mío, pero tu hermano no es el único asunto que debes arreglar. —replicó mientras le guiñaba el ojo

Una risa nerviosa salió de Hector. No tocaron de nuevo el tema. Eliwood junto con Merlinus acompañaron a Hector a la salida del castillo, donde un carruaje esperaba; Merlinus subió al frente a controlar a los caballos, mientras que Hector se sentó en la parte trasera dos caballeros los cuidarían en su viaje.

Simitar044
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Mensaje por Simitar044 »

Me hiciste vivir esa ceremonia en mi cabeza, escribes muy bien y espero la siguiente parte (Y si tienes tiempo pasate por mi fanfic)

momo
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Mensaje por momo »

Simitar044 escribió:Me hiciste vivir esa ceremonia en mi cabeza, escribes muy bien y espero la siguiente parte (Y si tienes tiempo pasate por mi fanfic)
Gracias y le voy a dar una mirada. También ponte atento para cuando yo publique lo poco que queda del Fanfic... spoiler xD

momo
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Mensaje por momo »

Capítulo 2


Era el segundo día de celebración. Eliwood había propuesto un día de campo, todos aceptaron con desconcierto ¿Un día de campo? Era algo raro para todos, pero comprendían que no era una propuesta meramente suya, alguien perecía tener control de la situación de manera aparente; alguien apacible y de aparente espíritu tranquilo...
A punto de irse, Hector llega en el momento preciso con un arreglo de Flores y una carta para los recién casados.

−Algador Hector−dijo burlon−pero no soy yo a quien debes dar tu amor, yo ya estoy casado.

Todos rieron al unisono, fue algo muy espontáneo.
Hector se sintió humillado y solo dijo que el arreglo era para los recién casados, como regalo de su Hermano Lord Uther. Ninian y Eliwood dieron las gracias, tomaron el presente para dárselo a un cuadro a quien ordenaron llevar el arreglo a la habitación de ellos.
Todos tenían un caballo como mínimo y Lowen una en una pequeña carreta que llevaba muchas cosas que iban a ser perfectas para el día de campo. Pero Hector no, ya no había ningun caballo disponible, aunque Florina o cualquiera de sus hermanas ofreciera su pegaso, Hector lo rechazaría por mero orgullo; Lyn ofreció llevarlo.

−Vamos, ¡sube! −extendió su mano no es tan rápido como un caballo de las llanuras, pero seguro que nos soportar a los dos.

Estaba enmudecido, sólo pudo extender su mano mientras se perdía en esos bellos ojos grises, al subir estaba detrás de ella y un dulce aroma llenaba su olfato; en ese momento era torpe y perdía el equilibrio, estaba nervioso, apenado, embriagante por la presencia de Lyn. Un completo idiota.
Comenzaron a cabalgar en trote, Lady Leonora madre de Eliwood estaba al frente, que era escoltas por Harken e Isadora. Harken había tomado una flor del arreglo que obsequió Lord Uther para dárselo a Isadora. Habían pasado mucho tiempo separados, pero el destino los había unido de nuevo.
El viaje era incómodo para Hector, su paranoia lo hacía pensar que lo observaban. Cosa que no era completamente incorrecta, Kent los estaba observando, los ojos de su vasallo sobreprotector con su ama no se apartan de él. Sain, advirtió el hecho.

−Lord Hector− dijo− más vale comportarse con Lady Lyndis, no me gusta ser chismoso pero a Kent no le agrada la idea de verlos juntos.

− ¿Tramabas algo Hector? −preguntó Lyn insinuando algo.

−Si −mintió evitando su mirada−bajarme del caballo, para mí esto es incómodo.
−No me imagino por qué− arremetió Kent.

−Bueno, lamento que Lord Hector sea la discordia para tí amigo−se interpuso Sain antes de que Hector hablase−pero debo recordarte que tus votos como caballero son antes que tus sentimientos.

Kent no dijo nada, ningún involucrado quiso hacerlo. Ya todo estaba dicho. Sain reverenció a Hector, el sólo asintió con la cabeza.
Faltaba poco para llegar, el destino era una arboleda cerca del paso de un río. El camino se tornó incomodo, pero finalmente llegaron; era un lugar precioso, había cuentas de flores acompañados de un cálido viento de verano grandes árboles que daban un fresco cobijo al calor que acontecía. Un río cristalino que dejaba ver unos cuantos peces, que podían detenerse por tan suave corriente que, de alguna forma llenaba de tranquilidad el lugar.
Todos bajaron de los caballos. Lowen detuvo la carrera, y como un niño pequeño sacó una de las cañas, las carnadas, con esto corrió rápidamente, se sentó en la piedra más alta para simplemente pescar, lo llamaron pero el mundo no parecía existir alrededor suyo. Por un momento deseó que su padre estuviera con él, era algo que gustaba hacer en su compañía.

−Esta es mi parte del río−agregó seriamente−busquen el suyo.

Nadie entendía a que venía eso, solamente hicieron caso omiso y se dispusieron a bajar todo lo demás que estaba en la carreta. Parecía un día de campo pueblerino, era sencillo, no querían llamar la atención, a final de cuentas lo importante era disfrutar el momento. Una vez abajo todo, alzaron un campamento.
No pasó mucho tiempo para instalarse, mantas, pan, vino y algo de fruta. Ninguno podía convencer a Lowen de su posición "busquen su parte del río" repetía sin dejar que Rebecca, Wil o incluso Marcus quien es su mentor, no tuvo la suficiente facultad para regresarlo a la tierra. Tomando iniciativa Rebecca y Wil fueron a ver si cazaban algo, no era un lugar muy grande, pero algún animal habría de encontrar.
Lady Leonora charlaba con su nuera, estaban debajo de uno de los árboles. Mientras que Eliwood y Hector volvían a sus viejos tiempos. La lucha, habían tenido unos empates muy cerrados, siendo catorce de Eliwood contra trece victorias archivadas de Héctor.

−Ahora las reglas Cambian amigo mío−recalcó Hector un inuendo ahora será a mi modo, sólo lanzas porque si peleamos con nuestras fortalezas, no acabaría los nunca.

−Hecho−contestó− ¿Cuáles son tus condiciones?

−Te doy el honor de poner las condiciones−replicó Hector de vuelta.

−Bien, bien−dijo mientras pensaba un momento−Si ganó, tu arreglarás cierto pendiente aquí mismo y si tú ganas... si tú ganas... maldita sea, soy malo para estas cosas.

−Si yo gano... pensó por un momento Ya sé, con permiso de Ninian, ella nos dará un espectáculo de baile ¿Hecho?

−Hecho.

− ¡Eliwood! −rezongó Lady Leonora.

−Me disculpo madre, pero un duelo es un duelo y, es una mala costumbre que tenemos Hector y yo.

Su madre no quiso decir nada, Ninian le hizo saber que no había problema.
Comenzó la pelea. Ambos mantenían la distancia, por el tipo de arma que manejaban, aunque, ninguno sabía cómo manejar la correctamente. La escena era estúpida, sólo trataban de picarse uno al otro, hasta que Eliwood comenzó a batir ambos lados de la lanza, como si logrará comprender el verdadero uso que se le da. Golpe tras otro hacía ver el dolor por el otro extremo de la lanza. Finalmente se hartaron y se fueron a los golpes.
Eliwood nunca fue más fuerte, pero siempre fue más metódico en lucha, por lo que recurría a sumisiones para su contrincante, que rápidamente eran disueltos por la increíble fuerza de Hector, aprovechando que era más alto y de mayor esfuerzo físico. Un descuido. Un solo descuido hizo ver a Eliwood las ramas de los árboles a las raíces. Fue un azote muy fuerte que hasta le sacó el aire de pecho. Todos se preocuparnos y Héctor sintió un frío atroz en su espalda.

− ¿E-Estás bien? − preguntó con la temblorosa.

A Eliwood le tomó un breve momento recuperarse, todos inmediatamente se acercaron. Lyn le soltó un puñetazo a Hector en el hombro, este se quejó pero no dijo nada, estaba pálido y sobretodo asustado por lo que pasó. No le tomó mucho tiempo a Eliwood reponerse, dio un gran suspiro para por fin extender su mano. Hector lo levantó.

−Una...pro-mesa... −dijo con dificultad−tú... venciste.

− ¡¿Pero estás bien?! –Gritó preocupado− No me importa si cumples o no, sino que fue un golpe muy fuerte.

−Digno de un salvaje−renegó Kent de manera impertinente. Héctor se molestó y fue caminando hacia él.

−Basta, por favor−dijo Ninian en un tono serio−Lord Hector, Sir Kent, basta; entiendan ambos que fue un accidente, si tienen algo que arreglar entre ustedes que sea ahora. Si tienen algo que deicir, veremos la.manera de solucionarlo.

−Yo, no tengo nada en contra tuya y no he hecho nada malo como para ganarme tu odio. Entiendo, más de una ocasión me comporto de manera insoportable y me disculpo por ello, aun así, hasta con mi conocimiento llega, no He hecho nada malo.

−Nadie excepto a Lady Lyndis−contestó para después de alejarse, Hector, se quedó en silencio y todas las miradas cambiaron su dirección hacia Lyn, nadie entendía que pasaba. Eliwood tomó del Hombro a Hector.

−Dilo−Eliwood forzó su aliento.

−No puedo decir eso, yo…

− ¿Decir qué Hector? −preguntó Lyn con un cambio de actitud que nadie había visto.

Se vio acorralado, la presión era mucha, no sabía que responder. Sólo tenía una alternativa y, que probablemente decepcionaría a todos y la imagen que tenían de él.

−Se refiere al hecho del concepto que tenía de tí en un principio−mintió y no había vuelta atrás te subestimé en un principio por provenir de las Llanuras y simplemente dudaba de tu capacidad por ello. Si, viniendo de mí para aquellos que han estado más cerca de mí no es de extrañarles pero así fue. No quiero hacer más grande de esto de lo que ya es, porque me di cuenta que estaba equivocado. Esto no solo es con Lyn sino que con todos ustedes, fui un imbécil y no merecen lo que pasó, ni siquiera Kent que sabía todo esto. Seguramente me escuchó decírselo a Eliwood y antes que arremetan con él, yo le dije que no lo contará, pero fue inútil al fin y acabo.

−Es parte de madurar Lord Hector, aunque no el momento apropiado para decir ese tipo de cosas−Oswin agregó firme como si supiera que hay algo detrás, asintió con la cabeza y se retiró.

Eliwood se llevó la mano a la cara y sacudió con la cabeza, pensó que su amigo si era un verdadero idiota. Los presentes solo aceptaron lo que pasó. Todos decidieron irse. La expresión de Lyn era de una gran consternación y no entendía nada. Pasando su mano por su cabeza y seguido de una mueca, Hecor no sabía que decir. Quiso alejarse y desaparecer.

−A veces es difícil sincerarse, te comprendo −al escuchar eso Hector sintió un gran alivio− aunque eso no sea completamente cierto. − Sintió una daga en su pecho al finalizar esa frase.

−Creí que era por ello que te hacía daño− cambió de expresión−actuar hipócritamente cuando siempre me viste como tú igual.

−Sabes que eso no es verdad, yo vi ese cambio cuando estábamos en nuestro viaje, es obvio que algo ocultas y no te obligare a hacer que lo digas. No intentes decir nada más, no es necesario. − Se fue decepcionada con muchas preguntas en su cabeza.
Cuando todos estaban preparando la comida después de la llegada de Wil y Rebeca y, de la increíble pesca exitosa que tuvo Lowen, todos notaron la ausencia tanto de Lyn como de Hector. Ninguno quiso comer. Cualquier pregunta era eludida por Eliwood respecto al tema y Kent no hablaba más que para pedir doble ración o decir gracias por la comida.
Anochecía y No había señal de Hector. Lyn por otro lado estaba dormida, al parecer no estaba de humor para hablar con nadie. Una vez de noche, se dispuso a hacer guardia, no había noticias de Hector todavía, parecía haberse esfumado de la faz de la tierra. Varios se preocuparon, incluso Kent quien estaba molesto, le parecía extraño que Hector, no volviera. Eliwood juntó a Rebecca, Wil y Lowen, por sus conocimientos en campos abiertos y les dio la orden de buscarlo; Kent si saber nada del lugar se ofreció, para después ser rechazado. No era su asunto y no le incumbía...

Se hizo una fogata enorme en mediodel campamento, muchos fueron a dormir, excepto Eliwood y Kent quienes esperaban al regreso de sus camaradas. Esperaron, bastante tiempo. El primero en llegar fue Lowen que traía un pañuelo rojo que encontró atado a una rama de un árbol, comentó que después de hallarla comenzó a gritar para obtener respuesta alguna, cosa que no logró. Más tarde llegaron Wil y Rebecca volvieron quienes encontraron el saco, sin embargo sus intentos fueron igual de inútiles que los de Lowen.

−Entonces déjenlo, sólo vendrá. Tiene muchos problemas consigo mismo como para preocuparme a los demás−continuo− deben estar confundidos y no los culpo, pero Héctor es alguien que cree que nadie debe de ver qué es débil, él es así y no debemos interferir. Pueden llamarlo orgullo y no serán amonestados, pero él no está huyendo, sólo trata de ponerse en orden para poder dar la cara de nuevo a sus problemas. Supongo que el que haya dejado el pañuelo y el saco, es señal de que no se ha ido, pero necesita tiempo.

−Señor, yo…−dijo Kent pensativo− soy culpable.

−Si, en efecto− agregó Eliwood− difamaste a Hector al pensar que el lastimaba a el orgullo y la integridad de Lady Lyndis. Lo que pasa con ellos está más allá de tu comprensión. Si bien, actuaste en base lo anterior, es verdad que fuiste un impertinente; en fin te toca la primera guardia, los demás descansen, yo seré la tercer ronda de guardia y probablemente Hector sea la segunda. Lowen, descansa porque serás quien le toque las últimas horas hasta que tengamos que irnos.

Una vez dicho esto asintieron y se fueron del lugar. A tratar de dormir un poco. Pasaron unas horas en las que Kent meditaba del asunto, mientras hacía que el fuego no se apagase. Alguien venía a lo lejos, y no había necesidad de decir quién era.
Llegó con otro semblante, parecía más lúcido y sereno. Como si nada hubiera pasado. Como si no tuviera recuerdo de ello.
−Puedes irte−despidió con la mano− tomaré la segunda ronda. Así que largo. Sirve de que tomas un descanso.

−No me iré.

−Es tu decisión entonces−contestó seriamente.

−Mira mi señor. − Comenzó hablar molesto− Admito que no estuvo bien lo que dije. Admito que mi actitud no fue la de un caballero y que puse en duda tu honor. Sólo quería saber que era lo que le hace tanto daño el estar tan cerca uno del otro, no puedo entrometerme, pero no puedo evitar sentirme un inútil cada vez que veo la expresión triste de mi señora. Esto lo digo sin hablar como caballero, sino como amigo, porque me preocupa el bienestar de lady Lyndis y veo que cada vez que está contigo sufre.

Hector lo miró seriamente, sacudió la cabeza− Disculpa aceptada, puedes irte, en serio, necesitas descansar. Por lo de Lyn, bueno, lamento ser el culpable, pero algo si tienes que saber; que ella no es la única. No entiendo sus motivos. Pero los míos van del hecho que no quiero admitir que yo...se detuvo simplemente, es el motivo por el cual no quiero que se vaya y sí, es algo mas fuerte lo que siento. Así que vete, ya dije suficiente y espero no tener más problemas contigo.

Kent se volvió a disculpar. Reverenció y se fue. Hector no reaccionó a nada y duró la segunda ronda, para después esperar la llegada de su amigo. No fue a la tienda de campo que le preparó Oswin. Se quedó cerca del fuego para descansar ahí. No necesitaba más, estaba preocupado, con una carga menos, pero algo más faltaba algo con lo que podía dejar pasar, algo que su decidía no le iba a permitir estar tranquilo.
Al día siguiente, todos estaban guardando las cosas para irse. Hector se disculpó por la ausencia y la preocupación que pudo haber generado. Todos tomaron sus caballos. Ahora Lyn era la que faltaba, de forma más precavido esperaron a que diera señales de querer irse porque no tardaron mucho tiempo en encontrarla. Héctor irónicamente tomó su caballo y fue por ella. Estaba sentada debajo de un arbol, pensativa y sin hablar. Hasta que se encontraron de nuevo.
Héctor extendió su mano para solo decir una cosa.

−Es hora de irnos, no será un caballo de las llanuras, pero puede con los dos.

momo
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capítulo 3
Era el tercer día de celebración de la boda de Eliwood. Se organizó un baile de clausura. De nuevo todos pasaron a cambiar atuendos. Se les organizó un banquete antes de que anochecía para introducir al baile. Lord Pent tenía que volver a Erturia, el y su esposa hicieron un regalo de despedida. Un traje con un blason de Pherae, era para que su hijo pudiera ponerselo en un futuro. Ninian y Eliwood agradecieron para después acompañarlos a la entrada, donde un ostentoso carruaje esperaba a los residentes, así terminó la tarde con el banquete. Los ánimos de bailar se acresentaban, pero había que esperar por los últimos preparativos.

Finalmente el baile comenzó. Era de noche y todos bailaban, todos excepto tres, Hector miraba como Lyn estaba sentada afuera en la fuente, Eliwood estaba con el tratando de animarlo y, de convencerlo de que la acompañe. Era tiempo de que los dos hablarán, ya que no lo habían hecho después de la riña entre Kent y Hector.
-Yo… debo- hiso una pausa, mientras hacía una mueca- esto es estúpido, mejor…
- Hector, tu y yo sabemos lo que sientes por ella- interrumpió con paciencia, el comprendía el padecer de su amigo, pero también sabía que era lo mejor.
- Ella regresa a Sacae y es mejor así, yo no me interpondría entre ella y… entre ella y.- sentía un nudo en la garganta, no podía decirlo, se sentía un cobarde por no ser capaz de hacerlo, enmudeció y cerró los ojos bajó su frente con vergüenza, el dolor en su pechó era imborrable; exhaló con la impotencia de decir lo que en verdad pensaba.
-¿Rath?- cuestionó su amigo fríamente; por un segundo tuvo un tono cruel. Cerró el puño con impotencia, celos, coraje, pero triste.- ¿Él es quien te impide decirle lo que en verdad sientes por Lyndis?
-¡Eres un!…- Lo volteó a ver con ojos vidriosos, el ceño fruncido y un rostro enrojecido por la disputa entre la pena y el coraje. Su respuesta no tomó mucho tiempo en salir de su boca.- Al final del día eres mi amigo. Eres mi hermano y no puedo ocultarte nada, ¿verdad?
Eliwood lo miró con gran serenidad, sin sonreír, solo miró a su amigo y lo tomó del hombro. Hector esperaría un sermón digno de su amigo, pero ese no era el día. Era distinto, el viento cambia y las personas también lo hacen. Solo se propuso a decir lo necesario.
Haz lo que debas amigo, es tu decisión.
Hector Salió del salón corrió por los escalones del exterior hacia donde estaba Lyn. Sentía como el corazón se le salía del pecho, veía como cada pasó parecía inútil y que corría una distancia infinita, que no llegaría jamás. Sus pasos eran lentos y pesados como si el espacio se detuviera en con el de poco a poco; el miedo se materializaba con una Lyn de gran proporción como el hombre insignificante que era. Volvió dentro de sí, estaba a unos cuantos pasos de ella hasta que al fin llegó, tomó a Lyn del hombro y, un sintió como un viento se cernía por encima de él.

2
-¿Qué pasa Hector?- preguntó extrañada- Yo creí que eras de los nobles amantes de las fiestas.
Sintió su pregunta con gran peso, no sabía que responder. Solo respondió torpemente que deseaba un poco de aire, que estaba harto y que no soporta a los nobles. Lyn no creía del todo en su respuesta, le costaba trabajo tomarlo de quien venía, pero notó lo agitado y torpe que se veía Hector al hablar y expresarse que mejor lo invitó a sentarse a un lado de Ella.
-Lyn, yo...- balbuceó en voz alta.- yo... yo...
-Disculpa aceptada, no tienes que decirlo, al final del día somos amigos- interrumpió con una sonrisa, esos ojos brillantes con la luz de la noche lo hacían no prestar atención a lo que decía- Su Ira es la mía, su felicidad y su tristeza. Por eso el día en que me vaya siempre los voy a llevar en mi corazón.- el recordatorio no logró más que bajar su frente, él no podía hablar, ni expresar aquello que lo atormentaba y se sentía una escoria por no lograr ordenarse en obra y pensamiento.

-Siempre estuviste ahí- Lyn lo miró con extrañeza- Primero en Lahus, después intentaste parar mi ira por Jaffar, después me protegiste del hechizo de Sonia...
-¿A dónde quieres llegar?- cuestionó firme.
-A nada relevante, diría un Hector bocón arrogante.- Ambos se miraron y comenzaron a reír. Era justo y no era una respuesta convencional. Aunque la semilla de la duda había sido plantada y Lyn aún no estaba conforme, consciente de esto, miro a su amigo mientras tomaba su mano. Hector en respuesta apretó su mano de vuelta.
- A veces es muy tarde para decir las cosas. Uno puede llegar a pensar que no es necesario, que… no es relevante- obtuvo la atención de su amada y prosiguió- pero como una yerba mala crece en tu interior y crea incertidumbre, miedo. Tengo miedo Lyn, tengo miedo del odio que me puedas tener por no haberlo dicho antes, de no poder lo suficientemente fuerte como yo pavoneaba en frente de ustedes y del como permití traicionarte a ti y a mí mismo, logrando crear una coraza externa, aborreciendo lo que soy y lo que era era- unas lágrimas lograron salir de los ya vidriosos ojos de Hector. Hizo una pausa para poder seguir.- Soy débil lady Lyndis, siempre doy la imagen de ser fuerte y creí que lo era hasta que te conocí, me di cuenta de...- Tomo valor para decirlo.- de que… te amo. Te amo y no fui capaz de decirlo y ahora que sé que te vas. Pero lo que más dolor me provoca es que sé que jamás estarás de nuevo con nosotros… conmigo.
-Hector…- respondió sin más.
No respondió, solo soltó su mano. Por un instante se miraron con pesadez. Finalmente Hector se puso de pie, ya no tenía nada más que decir. Comenzó a caminar hasta que Lyn lo tomó de la mano, ella lo detuvo, pidió que volteara. Sin poder mirarla a los ojos los hizo de vuelta, se forzó a verla; la expresión del rostro de ella fue la que lo sorprendió por completo. Estaba sonriendo.

-¿Cuándo empezó todo esto Hector?-preguntó con un tono triste- Porque no eres el único. No puedo mentirme y decirte que no siento nada por ti, pero…
Se vio interrumpida por un súbito beso en los labios. Cerró sus ojos y se dejó llevar por el momento. Por un breve instante sintieron que no debían separarse; se separaron por un instante, Lyn hizo una seña de que debían alejarse, el comprendió el mensaje y se alejaron lo mas posible del resinto.
La luna se dejó entre ver en su punto más alto y una luz plateada cubría un basto mar verde. Ambos bajaron la ladera, se recostaron en el césped. Veían el infinito encima de ellos mientras estaban en silencio y nada podía romperlo, la quietud lograba organizar los turbios pensamientos de ambos. Hector no dejaba de sentir miedo, respiraba de manera violenta como si una lanza atravesara su pecho, esto fue hasta que Lyn tomó su mano.
-Hector… yo- lo miró a los ojos- no puedo... Simplemente no puedo, aún si al final del día lograramos algo, aún si tú y yo estuviéramos juntos, no me sentiría yo. El poder, los lujos, dirigir masas, no es la vida que yo eligiría, no sería yo. No sería yo...
— ¿Qué hay de tu abuelo?— cuestionó— no puedes simplemente negar quien eres y cuál es el lugar al que también perteneces, no es correcto despreciar tu herencia; no hablo del dinero, sino que tu abuelo también es tu sangre y Lycia también es tu patria.
—El simple hecho de que sea de Sacae deshonra el linaje de mi abuelo. Simplemente es eso, aunque yo intente gobernar, el hecho de que mi sangre sea de Sacae traerá revuelo entre los nobles; quizás en tu hermano y Eliwood no pero en el Marquesado se creará un odio por el simple hecho de ser una bastarda—mostró una mirada triste, que fue acompañada por una lágrima de amargura, era mucho coraje el que sentía y no podía ocultar lo más, era justo pero ya no estaba sola.
Se levantó limpiando sus lágrimas, trababa inútilmente controlarse hasta que cayó en llanto, un llanto que no podía parar. Despacio, Hector se acercó lentamente para abrazarla, al poco tiempo tuvo respuesta sin poder dejar llorar, era demasiado veneno en su corazón y debía dejarlo ir.

—Llora todo lo que debas, te han dañado profundamente. Pero, debes entender que el ser humano es cruel, porque tiene miedo de aquello que no comprende—dejó salir un suspiro lleno pesar—, no te pediré que te quedes conmigo si eso significa que vas a sufrir, pero si te pido que perdones aquellos que te hicieron daño y que te perdones por aquello que rechazas de ti misma. En esto último creo que es de lo más primordial, no puedes seguir teniendo rencor a ti misma por ser sangre real al mismo tiempo que eres de sangre nómada. No te vas porque no sea tu vida, te vas porque no sabes dónde es el lugar donde perteneces. Ahora entiendo el amor... que tienes por Rath.

Ella no dijo nada y pasaron un largo tiempo abrazados. El silencio volvió a reynar entre ellos, el llanto cesó. Lyn tomó aire, se separó lentamente de Hector hasta encontrar su mirada, lo miró fijamente hasta encontrar las palabras correctas para hablar. No podía, a pesar de sentir tranquilidad consigo misma. Tomó fuerzas para ordenarse a sí misma.

— Por un momento sentí que tenía un hogar cuando estuve con Rath, ambos sentimos que nuestra soledad nos unía a los dos, por qué el fue desterrado para proteger a su tribu, y yo...—cerró los ojos— perdí a todos los que amaba, a pesar de encontrar a Mark, comenzar nuestro viaje, simplemente sentía que no pertenecía en ningún lado y cuando estoy con él..
— Sientes que el tiempo nunca termina, que no puedes dejar de ver su sonrisa. Por fin puedes sentir que ahora tienes en quien confiar, además de sentir confianza de quién crees que es aquel que estará toda la vida, ¿verdad?— Habló por su completo sentir. Habló en sincronía a quien tenía en frente.
— Así es...—respondía con una mirada triste.

—"Haz lo que tengas que hacer" diría Eliwood.—dijo mientras forzaba una sonrisa— En este caso lo único que puedes hacer es seguir lo que tu corazón te guíe. Los vientos cambian, pero solo tú eres la que les da dirección en tu vida. Yo... no me interpondré— siguió— porque tú coraje es el mío, tu irá es la mía y tú felicidad...será la mía.

Esbozó una sonrisa genuina. Logró su cometido. Sentía dolor, sin embargo era apasiguado por la completa paz que sentía. Comprendió que de verdad necesitaba dejarla ir por el bien de ambos.
—Debemos irnos milady— dijo extendiendo su mano— deben estar preocupados por nosotros.

Ella tomó su mano, justo en el momento que empezaron a caminar se detuvo, ella se acercó lentamente a su rostro. La luz de la luna se dejaba ver por un cielo que era invadido por nubes, proyectandose por encima de ellos. Era una despedida, una triste en la que cerraba un ciclo. El ambiente era denso y dos caminos se han separado.

momo
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Mensaje por momo »

Parecerá precipitado pero estuve bastante tiempo corrigiendo errores y ajustando algunas cosas. De nuevo, que sea de su agrado y los veo después

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